El Hidrobiodiésel (HVO) es un biocombustible que está ganando popularidad en el mundo por su capacidad de reducir las emisiones de CO₂ hasta en un 90% en comparación con los combustibles fósiles. Sin embargo, en España, aún no se ha establecido una regulación clara para su uso generalizado, lo que plantea desafíos para su adopción masiva.
¿Qué es el HVO?
El Aceite Vegetal Hidrotratado (HVO por sus siglas en inglés) es un combustible renovable fabricado a partir de aceites vegetales o grasas animales. A diferencia del biodiésel convencional, el HVO es un combustible completamente parafinado, lo que significa que tiene una composición química más parecida al diésel fósil, permitiendo su uso en motores diésel actuales sin modificaciones.
El HVO puede obtenerse a partir de diversos residuos, como grasas de cocina usadas o aceites de origen vegetal, lo que lo convierte en un producto más sostenible. Además, su producción implica el uso de hidrógeno, lo que mejora su estabilidad y rendimiento en comparación con otros biocombustibles.
Ventajas medioambientales del HVO
La ventaja más destacada del HVO es que reduce significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Se estima que el uso de este combustible puede disminuir entre un 70% y un 90% las emisiones de CO₂, lo que lo convierte en una alternativa clave para la descarbonización del transporte terrestre.
El uso del HVO también contribuye a la economía circular, ya que aprovecha residuos que de otro modo serían desechados. Esto no solo promueve una gestión más eficiente de los recursos, sino que también ayuda a reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
Situación actual en España
Pese a las ventajas que ofrece el HVO, España aún no ha regulado específicamente su uso como biocombustible. Aunque ya se comercializa en algunas estaciones de servicio, su estatus regulatorio sigue siendo ambiguo. El Real Decreto que regula las especificaciones de combustibles en España menciona al biodiésel y al bioetanol, pero no hace referencia explícita al HVO.
Esto ha generado incertidumbre en el sector del transporte, que ve en el HVO una oportunidad para reducir sus emisiones sin necesidad de invertir en nuevos vehículos eléctricos o híbridos. Sin embargo, la falta de una normativa clara ha frenado su adopción masiva en comparación con otros países europeos, como Alemania, donde ya se ha aprobado su venta en gasolineras.
Perspectivas para el sector del transporte
El HVO tiene el potencial de descarbonizar el transporte de manera inmediata. Al ser compatible con los motores diésel actuales, los vehículos no necesitan ser modificados, lo que reduce los costos asociados con la transición a combustibles más limpios. Esto es especialmente relevante para el sector del transporte de mercancías, donde los operadores enfrentan dificultades para adoptar tecnologías eléctricas debido a los altos costos y la falta de infraestructura adecuada.
Competencia con otras tecnologías
A pesar de sus beneficios, el HVO enfrenta competencia por parte de otras tecnologías, como los vehículos eléctricos y los combustibles sintéticos. Sin embargo, el proceso de electrificación en el sector del transporte aún es lento, y muchos transportistas no pueden asumir los costos de adquisición de nuevos vehículos eléctricos.
Además, la red de recarga eléctrica en España no está lo suficientemente desarrollada para soportar una amplia renovación de la flota de transporte, lo que hace que el HVO sea una solución más realista a corto plazo.
Necesidad de una regulación clara
Desde diversas asociaciones de transportistas y actores del sector, se ha insistido en la necesidad de regular el uso del HVO. Una regulación adecuada permitiría fomentar su adopción, ofreciendo incentivos fiscales y fomentando su comercialización a gran escala.
A pesar de que actualmente el HVO tributa de la misma manera que el diésel convencional, las ventajas ambientales que ofrece justifican la implementación de políticas que lo promuevan como una opción viable para el futuro del transporte en España.