El Laboratorio de Ingeniería Química y Ambiental (LEQUIA), perteneciente a la Universidad de Girona, ha alcanzado un hito importante en la lucha contra el cambio climático con el desarrollo de una tecnología innovadora que permite transformar el dióxido de carbono (CO₂) en biocombustibles. Este avance representa una solución prometedora para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, al mismo tiempo que genera una fuente de energía renovable.
La importancia de capturar CO₂
El CO₂ es uno de los principales gases responsables del calentamiento global. Reducir las emisiones de CO₂ es fundamental para cumplir con los objetivos internacionales de mitigación del cambio climático. En este sentido, la captura y conversión de CO₂ en combustibles ofrece una doble ventaja: reduce la cantidad de CO₂ liberada a la atmósfera y produce biocombustibles que pueden utilizarse en diversas industrias, sustituyendo a los combustibles fósiles convencionales.
La biotecnología como herramienta clave
LEQUIA ha centrado su investigación en el uso de microorganismos, como las microalgas, para capturar el CO₂ de la atmósfera y convertirlo en biocombustibles. Estos organismos aprovechan la luz solar para realizar la fotosíntesis, un proceso natural que convierte el dióxido de carbono en biomasa. La biomasa resultante puede ser transformada en combustibles sostenibles como el metanol o bio-aceites.
El proyecto ALGAESOL
Tecnología basada en microalgas
Uno de los proyectos más destacados en los que participa LEQUIA es ALGAESOL, una iniciativa que busca optimizar el uso de microalgas para capturar CO₂ y transformarlo en biocombustibles. Este proyecto, de 36 meses de duración, combina el uso de luz solar, CO₂ y residuos orgánicos para producir combustibles sostenibles. La investigación se centra en la mejora de la eficiencia de estos procesos, con el objetivo de reducir los costos de producción y minimizar el impacto ambiental.
Aplicación en sectores industriales
El proyecto ALGAESOL está diseñado para beneficiar sectores con altas emisiones de CO₂, como el transporte marítimo y la aviación. Estos sectores son responsables de una parte significativa de las emisiones globales y necesitan soluciones efectivas para descarbonizar sus operaciones. Los biocombustibles producidos a partir de CO₂ y microalgas podrían ofrecer una alternativa viable a los combustibles fósiles en estos sectores, contribuyendo a una reducción significativa de las emisiones.
El proyecto Fuels-C
Conversión de residuos biogenéticos
Otro de los proyectos clave en los que LEQUIA está involucrado es Fuels-C, que tiene una duración de 42 meses. Este proyecto tiene como objetivo utilizar residuos biogenéticos y CO₂ como materia prima para la producción de biocombustibles avanzados. La idea es aprovechar los residuos orgánicos que se generan en la agricultura o la industria alimentaria para crear combustibles sostenibles, reduciendo así tanto las emisiones como la cantidad de residuos.
Desarrollo de tecnologías innovadoras
Fuels-C también tiene como meta desarrollar nuevas tecnologías que permitan mejorar la eficiencia en la producción de biocombustibles y evaluar su viabilidad económica. Al mismo tiempo, se busca minimizar el impacto ambiental del proceso, asegurando que los biocombustibles producidos sean una opción competitiva frente a los combustibles fósiles. Este enfoque innovador tiene el potencial de abrir nuevos mercados para los combustibles sostenibles en Europa y más allá.
El futuro de los biocombustibles a partir de CO₂
Contribución a la economía circular
La tecnología desarrollada por LEQUIA no solo contribuye a la reducción de las emisiones de CO₂, sino que también fomenta la economía circular. Al utilizar residuos y convertir el CO₂ en biocombustibles, se cierra el ciclo de vida de los recursos, transformando los desechos en una fuente de energía útil. Esto no solo beneficia al medio ambiente, sino que también presenta oportunidades económicas para sectores que buscan reducir su huella de carbono.
Desafíos y oportunidades futuras
A pesar del gran potencial de esta tecnología, existen varios desafíos que deben superarse para su implementación a gran escala. Entre ellos se encuentran la necesidad de mejorar la eficiencia de los procesos y reducir los costos de producción. Sin embargo, con el apoyo de programas europeos y la continua investigación, los biocombustibles derivados del CO₂ podrían convertirse en una pieza clave en la transición hacia una economía baja en carbono.